Gracias, Miguel

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Asumir una tarea ingrata a cambio de nada, reconducir un conflicto con sentido del humor o tomar una decisión controvertida con buen criterio, como si ninguna de estas acciones conllevara mérito alguno. Con esta generosidad y buena disposición actuaba habitualmente Miguel Torre. Hay personas que consiguen hacer la vida más fácil a los demás con la misma naturalidad con la que respiran. Su presencia es discreta, pero su ausencia llega a pesar como una losa.

El padre de Miguel y marido de Pepa Muruzábal, que nos dejó el pasado 13 de agosto

El padre de Miguel y marido de Pepa Muruzábal, que nos dejó el pasado 13 de agosto

El padre de Miguel y marido de Pepa Muruzábal nos dejó el pasado 13 de agosto. Durante los 16 años que colaboró con la Fundación Síndrome de Down de Cantabria supo poner sus conocimientos como jurista, su capacidad de trabajo, su sentido común y su afilado sentido del humor al servicio de las familias y la institución, sin recibir nada a cambio. Actuaba de forma desinteresada desde la profunda convicción personal de que eso, y no lo contrario, es lo normal.

Esa actitud generosa con la que afrontaba la vida le hizo esperar con una enorme ilusión el nacimiento de su hijo Miguel. El resultado del diagnóstico prenatal les permitió a ambos, Miguel y Pepa, prepararse a conciencia. La convicción de que la trisomía no alteraba la dignidad de su nuevo hijo tuvo que abrirse paso a codazos entre quienes no eran capaces de entender que la vida no tiene notas a pie de página.

Desde el feliz nacimiento de su hijo, ninguno de los dos ha dejado de trabajar por el bienestar de las personas con síndrome de Down, sin haber recibido compensación alguna.

Durante todos estos años, Miguel ha ayudado a la Fundación en múltiples y variados frentes: asumiendo gestiones complicadas ante otras instituciones; analizando y mejorando los Estatutos de la entidad para adaptarlos a las novedades legislativas que iban surgiendo; ofreciendo asesoramiento cualificado en materias complejas como testamentos y declaraciones de incapacitación judicial; y representando a varias familias para sacar adelante los procesos correspondientes. Y siempre lo hizo fiel a su estilo: con naturalidad, de forma desinteresada, con buen criterio y sentido del humor.

Por estos y otros motivos, esta gran familia que es la Fundación ha acusado su ausencia con enorme pesar. En nombre de todos, el Patronato le transmite a su mujer y a sus cuatro hijos, Camino, Ana, Teresa y Miguel, todo su agradecimiento y su cariño. Gracias, Miguel.

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