El Taller de Fotografía estimula la imaginación de los alumnos
Durante cuatro meses, el grupo de trabajadores de la Fundación Síndrome de Down ha visto la vida a través de sus cámaras de fotos. El taller de fotografía, que comenzó como una actividad de ocio, se ha convertido en una afición para los chicos y ha descubierto el potencial de muchos de ellos para este arte. Todos los miércoles, de cinco a ocho, los alumnos y sus cuatro monitoras han salido a la calle para mostrar la ciudad desde otra perspectiva.
Los jóvenes no sólo han aprendido en este tiempo los mecanismos de funcionamiento de una cámara, también han desarrollado otras habilidades. Sara Bedia Inguanzo, responsable del taller, explica que se han trabajado capacidades como la escucha activa, la expresión, la atención, la comunicación o la capacidad de decisión. Pero, sobre todo, asegura, “ha sido una experiencia muy divertida”.
Dieciséis semanas dan para mucho y han generado numerosas anécdotas. En la mayoría de los casos los chicos han contado con cámaras de usar y tirar, como Marta García. Cuando llevó a revelar sus fotos y no le devolvieron el aparato se llevó un disgusto… Raquel, cuando agotó el carrete, abrió la cámara por iniciativa propia y perdió sus fotos. Otros, como Abraham, no salían de casa sin el cuadernillo con las anotaciones de uso de la cámara, “chuleta” que leía atentamente antes de hacer una foto, por lo que sus compañeros siempre tenían que esperarle.
Más divertido fue el día que acudieron a fotografiar la Fuente de Cacho. Allí no pudieron evitar entrar en ambiente y cantar el himno en honor del Racing, clasificado para la UEFA.
De las fotografías resultantes, los chicos tuvieron que seleccionar dos, que finalmente fueron expuestas en la sala del Centro Ocupacional. Las monitoras no descartan presentarlas a algún concurso, ya que calidad y originalidad no faltan.