–¿Por qué es necesaria la existencia del Centro Ocupacional dentro de la Fundación?
Desde mi punto de vista, el Centro Ocupacional (C.O.) es imprescindible porque los usuarios no pueden participar por su edad en la enseñanza ordinaria ni en ningún otro programa como, por ejemplo, el de Garantía Social. En ocasiones solicitan la plaza bien cuando terminan este programa o bien cuando finalizan su periodo laboral y están a la espera de encontrar otro trabajo. Además, en el C.O también están aquellos chicos que, por sus características, no tiene posibilidad de salir al mercado laboral. Esto nos lleva a la conclusión de que, si no existiera, todos ellos no tendrían ese lugar donde seguir relacionándose con los amigos, formándose y madurando. La dinámica establecida con la creación del C.O. en el año 2003 anticipa que casi el 100% de los adolescentes de la Fundación pertenecerá en algún momento de sus vidas al Centro Ocupacional. Actualmente participan en sus actividades 17 jóvenes y adultos con edades comprendidas entre los 19 y los 40 años.
–¿En base a qué criterios se eligen los programas?
El Gobierno de Cantabria establece una serie de planes y los profesionales que pertenecemos al C.O. nos encargamos de realizar anualmente unas programaciones adaptadas a cada uno de nuestros alumnos y a cada uno de los talleres que llevamos a cabo. En ellas recogemos los objetivos que queremos conseguir teniendo en cuenta las características y las necesidades o dificultades que tienen los usuarios en su vida diaria.
Durante las horas en las que están en el C.O. trabajamos tareas que están íntimamente relacionadas con su día a día, ya que nuestro principal objetivo es que lleven una vida lo más autónoma posible y que sepan desenvolverse en la sociedad. Partimos de que cada alumno es único y, dependiendo de sus necesidades y de sus capacidades, se le exige y ofrece una formación adaptada. Algunos de los programas que se realizan a lo largo del curso son:
– Programa de autonomía personal: aseo, higiene, cuidado personal, apariencia externa, desplazamientos, cuidado de la salud…
– Programa de tareas del hogar: limpieza, compra, utilización de electrodomésticos, reciclaje, cuidado de la ropa, preparación de la comida…
– Programa de habilidades personales: conocimiento emocional, autoestima, motivación…
– Programa de habilidades sociales: interacción social, relación en grupo, participación comunitaria, tiempo libre…
– Programa de formación básica o continua: matemáticas, manejo del dinero, lectura, escritura, comunicación, informática, cultura…
– Programa de habilidades ocupacionales. Está subdividido en varios talleres: cocina, comedor, tareas prelaborales, teatro, laborterapia, manualidades y manipulación de piezas. Por estos tres últimos los alumnos reciben un sueldo anual.
–Al concluir el año, ¿qué objetivos mínimos deben de haber cumplido todos los alumnos?
Como he mencionado anteriormente, no hay objetivos generales para todo el grupo, sino que cada alumno tiene sus objetivos personales en cada uno de los programas. En ocasiones los alumnos consiguen los objetivos marcados para ese curso y, otras veces, tardan más de un año en conseguir realizar la tarea solos. Pasada su adolescencia necesitan un tiempo y un espacio para madurar. De forma general podemos decir que todos los jóvenes necesitan adquirir pautas correctas de comportamiento acordes a su edad.
–¿Qué habilidades sociales les enseñan a los chicos, cómo mejoran su autonomía personal?
Cuando comienzan en el C.O., durante las primeras semanas se lleva a cabo uno de los primeros retos: utilizar el transporte público de forma autónoma. Así no dependerán de ningún miembro de su familia para ir y venir a la Fundación. El uso del teléfono, si es que lo tienen, es algo muy valioso, ya que pueden avisar si en cualquier momento les ocurre un contratiempo. El uso correcto del dinero es otra de las habilidades que facilita el acercamiento al entorno. Además hay un gran número de actividades que se trabajan para hacerles personas adultas cada vez más autónomas: cortarse las uñas, cocinar platos variados, doblar correctamente su ropa, etc.
También es muy importante que los chicos adquieran pautas relacionadas con lo que comúnmente llamamos buena educación: tener un comportamiento adulto en el autobús o en cualquier otro sitio público; pedir las cosas por favor; dar las gracias… son normas que siempre ayudan a mantener relaciones sociales más adecuadas con las personas del entorno.
–¿Qué inquietudes laborales muestran los jóvenes cuando inician la etapa adulta?
Muchos de los alumnos del Centro Ocupacional tienen el gran deseo de poder tener algún día un puesto de trabajo en una empresa. Saber que pueden conseguirlo como muchos otros compañeros de la Fundación es lo más motivador para ellos. Este es su gran sueño y esperan con entusiasmo una oportunidad.
–El Centro Ocupacional es, en muchos casos, el paso previo para la incorporación laboral de los alumnos. ¿Cómo sabe que la persona ya está preparada para desempeñar un trabajo?
Nunca podemos estar 100%seguros de que un alumno está preparado para comenzar su etapa laboral, ya que implica muchos cambios en su vida y, como nunca lo ha experimentado, no se sabe cómo va a desenvolverse. Tenemos la gran ventaja de que, durante las primeras semanas y más tarde de forma intermitente, una preparadora laboral de la Fundación está con él por si surge algún contratiempo que no pueda resolver por sí solo y para enseñarle a realizar las tareas correctamente. Cuando nos llega una nueva oferta de trabajo valoramos las tareas que hay que hacer y cuál es el alumno que mejor las puede llevar a cabo. Tenemos en cuenta, además de las capacidades del alumno, su implicación y esfuerzo por mejorar y por realizar correctamente las tareas que hace aquí diariamente. En los últimos años todos los chicos que han comenzado a trabajar desempeñan con éxito sus trabajos. Eso es una gran demostración de que, a pesar de las dudas o los ‘miedos’ que podamos tener, ellos siempre están a la altura y no nos decepcionan.
–¿Cuál es la preparación específica que se brinda a los chicos que se introducen en el mercado laboral?
El trabajo que en un futuro pueden desempeñar es imposible de prever, por eso intentamos formarles en diversas tareas. No nos podemos centrar en unas pocas porque no sabemos las que tendrán que desempeñar en su puesto de trabajo. Algunas de ellas están relacionadas con lo que los chicos llaman tareas de oficina: fotocopiar, repartir el correo, clasificar, ordenar documentos bien sea por orden cronológico o alfabético, coger el teléfono, apuntar recados, etc.
–Cuando un joven no puede, por sus circunstancias, incorporarse al mercado de trabajo, ¿se convierte el Centro Ocupacional en su única salida?
Está claro que no todos podrán pertenecer a una empresa ordinaria. Los chicos que seguramente no podrán acceder a ello son los que menos desean hacerlo y, la verdad es que eso es un alivio, porque está claro que desear algo mucho y no poder conseguirlo es algo difícil de llevar para cualquiera. Como opinión personal diré que no todos los días tengo la suerte de encontrarme con gente que sea tan feliz con su vida como cualquiera de ellos.
–¿El Centro Ocupacional supone también una salida emocional para los jóvenes?
Por supuesto. Éste es digamos, su segundo hogar. Asisten ocho horas todos los días, de lunes a viernes. Pasan tanto tiempo juntos que es como si todos fuera hermanos. En muchas ocasiones se llaman entre ellos “amigos de la infancia”. Una de las clases que más les gusta es la tutoría de los viernes. Durante esas dos horas nos cuentan sus inquietudes, problemas que pueden tener, preocupaciones… Intentamos que por sí mismos, o al menos con la menor ayuda posible, aprendan a resolver esos “conflictos” que les surgen en su día a día, a solucionar las pequeñas riñas sin que tenga que intervenir un padre o un profesor.
–¿Ha habido algún momento especial en el que te hayas sentido realmente orgullosa de los logros conseguidos en el Centro Ocupacional?
En muchas ocasiones, cada vez que consiguen realizar por sí mismos un objetivo nuevo. Me acuerdo un día que fui con uno de mis alumnos a comprar una postal. Estábamos en Logroño de viaje de fin de curso. Llevábamos todo el curso aprendiendo a pagar. La dependienta le pidió 1,40 euros. Élmemiró, sonrió y me dijo: “Después del 1 va el 2”, sacó una moneda de dos euros de la cartera y se la entregó. Fue hace dos años pero todavía lo recuerdo como si fuera ayer.
En otra ocasión, dos semanas antes de la fecha le dije a otro de mis alumnos que ese día a las 12 tenía que ir a una tienda a recoger un pedido. Pasadas las dos semanas, a las 12 en punto, se acordó perfectamente y me dijo que se iba hacer el recado.