Oviedo, ciudad elegida para el viaje de fin de curso de la Fundación
Ya han conocido juntos los mejores rincones de Salamanca, Logroño, San Sebastián… y este año, como es costumbre, han vuelto a coger la maleta para despedir el curso. El lugar que han elegido los 22 alumnos del Centro Ocupacional y Garantía Social de la Fundación para disfrutar durante cinco días de su tiempo de ocio ha sido la capital asturiana. Junto a ellos han viajado cinco monitores que, según apuntan los chicos socarrones, “se han portado genial”.
Desembarcaron en la estación de autobuses de Oviedo el 18 de mayo procedentes de Santander. El trayecto fue de lo más animado: les ofrecieron comida, cascos, les pusieron la película ‘Embrujadas’ y algo de música. Su civilizado periplo por el transporte público continuó con un taxi hasta el albergue donde se alojaron de dos en dos en una habitación con baño incluido.
El viaje les ha permitido conocer sitios tan interesantes como la catedral ovetense. Allí un sacerdote se les acercó curioso para charlar y, tras observar su comportamiento, les dijo: “Como veo que estáis rezando muy píos os la enseño”, cuenta divertida su profesora Paz Elorza. También les concedió otro privilegio: mostrarles las tinajas de la boda de Caná, que sólo se enseñan al público el 21 de septiembre, día de San Mateo. Además, durante su estancia en la capital asturiana acudieron al museo de Bellas Artes, a la exposición de la ONCE “Se ruega mirar y tocar”, a la zona antigua o al centro Calatrava.
Su itinerario cultural continuó en la segunda ciudad más grande de la comunidad autónoma, Gijón, donde, después de bajar del tren, visitaron el Museo del Ferrocarril y el Acuario.
Sus días turísticos también han tenido una cara B, que tuvo su momento álgido la tarde del jueves 21, cuando las chicas se maquillaron y vistieron para un acontecimiento especial. “Cena y discoteca hasta las dos de la mañana”, cuentan entusiasmadas. Era la forma de darle una intensa despedida a su viaje de fin de curso. Para todos “fue lo mejor” pero, para ellas, tampoco desmerecieron nada las noches de chicas. Ni una dejaron de reunirse para charlar hasta las tantas, jugar a pasapalabra o cantar canciones acompañadas por el monitor Richard y su guitarra. C0n todo, los dueños del albergue les felicitaron por haber tenido un gran comportamiento -de los mejores que ha mantenido un grupo-, por no haber hecho ruido y llegar siempre de forma pausada hasta las habitaciones.
Todos han regresado felices por todo lo vivido y con una petición muy clara para el próximo año. Cumplir su gran anhelo: viajar en avión.