Natalia Ballesteros, preparadora laboral
–¿Cuál es su trabajo en la Fundación Síndrome de Down de Cantabria?
En noviembre, hará tres años que comencé a trabajar en la Fundación Síndrome de Down de Cantabria como preparadora laboral. Mi trabajo consiste en la integración y seguimiento laboral de adultos con síndrome de Down en empresas ordinarias principalmente, bajo la modalidad del empleo con apoyo. Ofrezco apoyo y formación a las personas con síndrome de Down que se incorporan a trabajar por primera vez en una empresa, así como también, en el mantenimiento de su trabajo durante toda su vida laboral, sin olvidar la atención de otros aspectos relacionados con su vida personal, cultural y social. Informo y oriento a las empresas y a las familias.
–¿Qué es lo que más le satisface de su trabajo?
Cuando a una persona con síndrome de Down se le ofrece la oportunidad de formarse para la realización de un trabajo en una empresa ordinaria con la consiguiente firma del contrato laboral, tal situación te hace sentirte participe de su éxito y alegría.
El cambio de actitud, con un aumento de seguridad y confianza, de los compañeros y supervisores hacia los jóvenes trabajadores con Síndrome de Down y los progresos que se observan en estos, resulta también muy gratificante a medida que trascurre el tiempo de trabajo en la empresa.
–¿Qué ha aprendido de tratar con personas con SD?
Tanto los profesionales de la Fundación como las personas de sus entornos laborales aprendemos cada día algo nuevo al relacionarnos con ellos. Las personas con síndrome de Down son muy diferentes entre sí, en cuanto a personalidad y habilidades, aunque muestren unas características semejantes al em prender una tarea laboral. Una de las cosas que más me impresionan es la capacidad que tienen de disfrutar de su responsabilidad y demostrar a los demás y a ellos mismos su autonomía. Valoran enormemente cada día, cada momento, la rutina diaria, una sonrisa, un saludo, un refuerzo o elogio por parte de un jefe, situaciones cotidianas que a veces a los demás se nos pasan desapercibidas; con ellos aprendes que pequeñas cosas son en realidad grandes cosas.
–¿Qué supone la integración laboral para los chicos y chicas de la Fundación?
Cuando se inicia un proyecto de integración laboral con una persona de síndrome de Down, lo que se busca es que esta persona acceda a un rol de persona adulta y de trabajador. Esto lleva a que el trabajador realice una serie de cambios a lo largo del tiempo.
El primer cambio se produce en el ambiente laboral. La persona aprende a hacer cosas nuevas en su espacio de trabajo, cosas que le enseñan sus compañeros. Amplía sus relaciones en un entorno más amplio y menos limitado, aprendiendo a comunicarse correctamente con los compañeros, jefes y a veces también con el público. El trabajo supone también unos ingresos.
El segundo cambio se produce en el ámbito personal. La persona se da cuenta de cómo la perciben los demás y qué esperan de ella, sintiendo que es capaz de realizar muchas más cosas de las que se creía capaz en un principio y también de las que su entorno más cercano probablemente esperaban de ella. Esto se traduce en muchos casos, en una actitud más abierta al mundo y con unos comportamientos verbales y no verbales más adaptadores. Esta mejora personal normalmente va acompañada de un aumento de la eficiencia en el trabajo.
El último cambio se producirá en su entorno más próximo cuando, a partir del cambio en su percepción, la persona es capaz de formular nuevas demandas a su familia. En este sentido, la persona con síndrome de Down querrá empezar a modificar cosas de su entorno, querrá hacer cosas que nunca había hecho, estableciendo relaciones con sus familiares distintas a las que mantenía en su momento.
–¿Cómo valoran las empresas la llegada de un trabajador con SD?
El desconocimiento que, a nivel general, existe sobre las personas con síndrome de Down y su mundo, hace que durante los primeros días en la empresa el preparador laboral sea el punto obligado de referencia, actuando como figura intermediaria, intentando establecer una adecuada relación. Poco a poco va surgiendo la curiosidad y el interés por parte del personal para saber sobre sus vidas y expectativas, naciendo la necesidad y el deseo de querer acercarse a una persona de la que desconocen prácticamente todo. Para muchos compañeros o supervisores supone un reto también. A medida que va pasando el tiempo, cambia también la percepción que tenía el personal sobre la persona con síndrome de Down, respecto del principio, valorando y conociendo sus capacidades como persona y trabajador. En ocasiones nos encontramos con dos actitudes totalmente diferentes en las relaciones que se establecen entre la persona y su entorno laboral: a veces puede suceder que el chico no acabe de ser aceptado por algún compañero, o por el contrario que este reciba un trato de sobreprotección. Afortunadamente, el caso más frecuente suele ser este último, por lo que resulta más fácil de modificar.
–¿Las empresas suelen ser receptivas?
La Fundación Síndrome de Down de Cantabria lleva realizando proyectos de preparación laboral e incorporación en el mundo del trabajo en empresas ordinarias desde 1996. El número de jóvenes con síndrome de Down que entran a formar parte de estos proyectos ha ido aumentando, y por tanto el número de empresas colaboradoras ha ido también creciendo a lo largo de los años.
La Fundación facilita a las empresas la posibilidad, por otra parte precrita por la ley, de la contratación de personas con discapacidades, ofreciéndoles una preparación y un soporte que permitan a las empresas iniciar la experiencia sin ningún riesgo.
En general la experiencia en la mayoría de las integraciones ha sido exitosa. Desde las empresas se manifiesta satisfacción y creencia en la incorporación en plantilla de una persona con síndrome de Down, desde la metodología del empleo con apoyo y con la confianza del preparador laboral y la Fundación. Por lo tanto, resulta imprescindible seguir ofreciendo apoyo a las empresas colaboradoras, que acaban convirtiéndose en modelos para otras que quieran iniciar el cambio de la integración.
–¿Quedan todavía mitos que derrumbar sobre la integración laboral de personas con SD?
Se tiene que dejar de considerar a las personas con síndrome de Down como eternos niños y tendríamos que verles como seres que maduran, con personalidades muy diferentes entre sí. El trabajo también es para ellos el primer medio de realización como personas a partir de una cierta edad.
Desde la metodología del empleo con apoyo, se buscan o se aceptan trabajos, socialmente respetados en un ambiente de trabajo real, no conformándose con aquellos típicos de personas con dificultades de aprendizaje.
–¿Hay alguna tarea para la que estas personas estén más predispuestas?
Las personas con síndrome de Down aprenden muy bien ciertas rutinas, siendo muy eficaces para tareas concretas. Al mismo tiempo son muy receptivos a nuevos aprendizajes, mostrando desde el principio tener una buena educación adquirida a lo largo de los años.
–¿Todas las personas con SD pueden integrarse laboralmente?
Yo diría que sí, siempre y cuando se encuentre un puesto de trabajo que se adapte a las características y capacidades de cada persona, lo cual, no deja de ser una tarea complicada.
–¿Cuál es la mejor edad para empezar a trabajar la integración laboral?
La edad no sería un factor muy decisivo. La motivación de la persona por trabajar, las condiciones previas que hayan favorecido su desarrollo global, la posibilidad de establecer buena comunicación y relación y la predisposición de la familia, son cuatro factores que unidos, resultan imprescindibles para participar en un proyecto de integración laboral.