Por Marino y Beatriz
A las pocas semanas del embarazo la amniocentesis confirmó que tenías Síndrome de Down, pero esto no impidió que pasases a formar parte de nuestra familia. Estos primeros momentos fueron muy duros. La desesperación inicial fue seguida de la necesidad de encontrar una bola de cristal que nos dijera cómo ibas a ser, cómo iba a cambiar nuestra vida. Entonces acudimos a la Fundación Síndrome de Down de Cantabria y allí nos dieron respuesta a varias de nuestras preguntas. Con este apoyo, el de nuestra familia y el de nuestros amigos, comenzamos a recuperar el ánimo. Así que cuando naciste, María, te recibimos con una enorme alegría al comprobar que eras una niña completamente sana, deseada y con seguro un montón de capacidades que desarrollar, aunque conscientes también de tus posibles discapacidades a las que sería necesario darles apoyo.
Ya han pasados casi dos años y medio de este momento y lo cierto es que los cambios en nuestra vida no han sido mucho mayores que los que se habían producido hace ahora 6 años, con el nacimiento de tu hermana Candela, y de los que suponemos se producirán con la llegada de tu hermano Eloy, que nacerá en menos de un mes.
Todos nos hemos esforzado en trabajar, en ir consiguiendo pequeños logros, pero sin olvidar que somos una familia. Tenemos que disfrutar de la vida y proporcionaros a cada uno de los hermanos la atención que necesitáis. No queremos que un cromosoma de más sea el centro alrededor del que gira toda la familia. Sin duda la mayor dificultad la hemos encontrado en esto. Tratamos de buscar el equilibrio entre el trabajo disciplinado para que sigas evolucionando y aproveches todas tus capacidades y el que no dejes de ser la niña alegre y feliz que disfruta de cada cosa y que copia a su hermana Candela en todo lo que hace.
María, sabemos lo importante que es Candela para ti. Es la imagen en que siempre te fijas. Te enseña juegos, canciones y coreografías y gracias a ella nos asombras identificando tus canciones favoritas con sólo dos o tres notas de la melodía. Con su cariño, vitalidad y amor fraternal, es el estímulo permanentemente que acelera tu desarrollo.
Desde el pasado mes de septiembre asistes al colegio en el aula de dos años, donde compartes aula con niños sin discapacidad, entre los que te has integrado sin problemas. Cada día nos sorprendes con una cosa nueva, siendo especialmente notable el progreso en la comunicación oral.
María, no pierdas nunca tu carácter jovial y extrovertido y esa sonrisa permanente que extrae un saludo amable de todos los que se cruzan contigo. A día de hoy seguimos sin la bola de cristal para conocer el futuro, pero ya no la buscamos, nos conformamos con vivir cada día intentando ser razonablemente felices.