La vida consiste en acumular experiencias y si tenemos una actitud positiva ante las cosas que nos pasan, la alegría será una buena compañera de viaje. Alegre y risueña vive Beatriz Calderón, a quien le gusta de igual manera plantar tomates y pimientos, hacer de pinche de cocina o escuchar a Rocío Jurado. ‘La más grande’ bajaba del cielo estrellas en el hueco de sus manos cuando cantaba su famoso ‘Como una ola’ y esta joven de 30 años guarda entre sus manos el cariño de su familia y de la gente de la Fundación, la riqueza de tener buenos amigos y todos sus sueños y deseos.
No esconde su debilidad por Germán Pérez, uno de los terapeutas del Centro Ocupacional de Santander, el responsable de acompañarles todas las semanas al huerto que la Fundación tiene en la Finca Altamira. Beatriz se convierte en hortelana por unas horas y planta allí tomates, lechugas, pimientos y otras hortalizas y frutas junto con otros compañeros. Es una de las actividades que más le gustan, pero también disfruta mucho en el Taller de Pintura que imparte Paco Santibáñez o ‘enredando’ en la cocina. “Le gusta cocinar y sería un buen pinche, aunque también le gusta confeccionarse el mejor menú del catering al elegir lo que más le apetece comer”, comentan con cariño y con una sonrisa sus profesoras Paz Elorza y Ada Afane. Al otro lado de la balanza están las Matemáticas, lo de los números no se le da tan bien.
Tiene una relación muy buena con todos sus compañeros del Centro, del que forma parte desde que era pequeña, aunque sus mejores amigos son Almudena, Ramón, Marta y Alberto Cos. Este último no acude ya a las actividades del Centro, sino que solo les visita de vez en cuando porque está trabajando. Es una persona especial para Beatriz, y ella también sueña con trabajar un día. “Ayudar a Ani”, comenta bajo la atenta mirada de sus profesoras. “Ani es la secretaria de la Fundación y cuando hay que llevar algún papel o alguna cosa allí, a Beatriz le gusta ir. Ella estaría encantada ayudándola en las tareas administrativas”, cuentan Paz y Ada.
Convertirse en una trabajadora es uno de los deseos de esta santanderina a la que le cambia la cara y se le dibuja una sonrisa en el rostro cuando habla de su familia: su padre Antonio, su madre Amparo, sus hermanos María y Antonio, y su sobrino Nicolás. “Me gusta ir a León, allí vive mi hermana”, explica. Y el pequeño de dos años también está allí, por eso le gusta tanto viajar hasta la ciudad castellana para ejercer de tía. “¡Es muy guapo!”, apunta enérgicamente.
Beatriz ha evolucionado mucho en el Centro, ha madurado, ha cogido confianza en sí misma y es una persona muy sensible y con mucha empatía. Quienes la conocen dicen que es una encanto, un cielo de mujer. Pero todos tenemos virtudes y defectos y ella tampoco se libra. “Eso sí, es un poco cabezona”, comenta Paz con cariño.
Le apasiona los libros de Embrujadas y le gusta la música, especialmente escucha copla y flamenco. Se va por bulerías con La Faraona, con Lola Flores, aunque el primer nombre que le viene a la cabeza al preguntarle por sus artistas favoritos es el de Rocío Jurado. Le van los vestidos y apuesta por el azul como color favorito. Su coquetería le lleva a tener bolsos de todos los colores. Así es la vida de Beatriz, de color.