Un buen día el sloveno Matej Rancigaj vendió su apartamento y emprendió rumbo a África. Atravesó el continente de norte a sur en una moto Yamaha: Kenia, Tanzania, Mozambique, África del Sur… Recorrió espacios naturales y conoció a la población local en residencias de mayores, universidades, prisiones, etc. Por casualidad acabó recalando en Santander para compartir sus experiencias con los jóvenes del Centro Ocupacional.
Después de terminar sus estudios en la Universidad de Ljubijana trabajó durante más de 15 años en su país. Su recorrido por África ha sido para él una experiencia tan positiva que quiere compartirla con los demás por todos los medios: los tecnológicos que domina por su propia preparación (en un blog relata su experiencia en forma de diario), como de un modo más cercano y personal. Así es como lo hizo en las dos sesiones que dedicó a los jóvenes del Centro Ocupacional de la Fundación.
Por circunstancias casuales, visitaba a un amigo en Santander, vio los locales de la Fundación y la salida y entrada de los profesionales y de las personas con síndrome de Down y entró… a ofrecer una sesión en la que explicaría su recorrido por África, mostrando con vídeos y fotos los aspectos más significativos.
No tenía experiencia previa ni conocimientos sobre las características de las personas con síndrome de Down. Esto, unido a que su español era un tanto escaso, hizo “temer” que la actividad podía ser un pequeño fracaso.
Nada más lejos de la realidad. Aunque fue necesario hacer uso de la traducción secuencial del inglés al español y viceversa, la exposición fue preciosa, amena, ilustrativa y divertida, con un gran sentido del humor. Los jóvenes pudieron admirar a los africanos y sus valores a través de lo que Matej iba transmitiendo. Supieron que hay una organización sin ánimo de lucro que está ayudando en la repoblación forestal, en la que pueden ir voluntarios de todo el mundo. Gracias a esa iniciativa, constataron por ejemplo que uno de los africanos que, como otros muchos, se había dedicado a talar árboles para vivir de ellos y atender a las necesidades de su familia, ahora es el dueño de un vivero… para ofrecer pequeños arbolitos que van plantándose.
Al terminar esta primera sesión y concretar un poco su experiencia sobre ella, la resumió así: “las personas con síndrome de Down, sus padres y los profesionales son héroes”. Al saber que también es músico, la Fundación le propuso una segunda sesión en la que los jóvenes podrían pasarlo muy bien y participar. Así fue: cantó alguna canción en español, tocó la guitarra, animó a cantar a quien quisiera y él le acompañaba. Actualmente está traduciendo canciones suyas del esloveno al español.
Al final comentó que las personas del Centro Ocupacional habían sido las mejores oyentes que había tenido en un concierto, por la atención que le habían prestado y por lo que habían disfrutado.