Ramón Martínez
Todos tenemos fechas grabadas a fuego en nuestra memoria y el 9 de abril de 2015 ocupa un lugar destacado en el calendario de días inolvidables de Ramón Martínez. Ese día firmó su contrato indefinido en la empresa Viarplant Cubas como peón de jardinería y desde entonces su vida ha cambiado. A este joven de 29 años le “mola montón” ser trabajador. Rodeado de plantas y respirando el mismo oxígeno que respiran ellas, pasa sus jornadas regando los invernaderos, transplantando, quitando las malas hierbas del huerto, cortando esquejes o quitando bambúes. Si le preguntas cuál de sus tareas la gusta más, lo tiene claro: preparar macetas con la máquina de turba. No es de extrañar que se sienta bien si dedica gran parte de su tiempo a mimar a seres vivos que le dan la vida.
Se emociona mucho cuando recuerda el momento en el que su padre, Ramón, le dio la noticia de que había un trabajo para él. “Me lo dijo en el coche y me quedé boquiabierto. Me sentí feliz y contento por dentro”, recuerda emocionado. El 5 de noviembre de 2014 comenzó con nervios, con alegría e ilusión las prácticas en Viarplant. Su preparadora María Pintó asegura que su integración fue muy bien desde el principio pues tenía muchas ganas de aprender y de ser un buen trabajador. Lo consiguió muy rápido, tanto que apenas 6 meses después pasaba a formar parte de la plantilla. El día que firmó su contrato estuvo acompañado de su jefe Carlos y de su padre y su rostro era el vivo retrato de la felicidad.
Cuando empezó a trabajar, sus compañeros Ángel, Alberto Cos, María Aguilera, Teresa y Rocío le aconsejaron que fuera responsable y trabajador y él ha sabido bien ganarse su hueco en la empresa. Con su compañera Manoli hace un “buen equipo” a la hora de hacer las macetas. Con Fran y Coornel tiene “una relación de maravilla, de bomba”. Elena y Carla son “unas compañeras estupendas”. Con su jefe Carlos tiene una relación muy especial. “Nos llevamos de maravilla y a veces soy capaz de ayudarle a vender plantas y flores”, explica con cierto orgullo. Pero Ramón tiene dos compañeros muy especiales: Yuca y Teo, los perros que le acompañan en su día a día y que han conseguido que pierda el miedo a los chuchos. “Yuca es mi perro”, dice con seguridad.
“Desde que Ramón trabaja ha cambiado en casa un montón y ahora está muy bien. Un día salió de trabajar y por iniciativa propia compró dos plantas que él mismo había preparado con macetas y nos las regaló a nuestra hermana Amalia y a mí”, cuenta con satisfacción su hermana Isabel. Todos los años Ramón organiza una gran fiesta temática en su casa con sus amigos y en esta ocasión, como se estrenaba como trabajador, el tema no admitía dudas: la jardinería.
Compartió algunos de sus conocimientos, decoró todo de color verde y colocó hojas por todas partes. Además, su empresa le regaló el material necesario para desarrollar un taller. Repartió a los invitados macetas, guantes, turbas y plantas y les enseñó a transplantar. “Todos se llevaron a casa su propia maceta decorada, fue todo un éxito”, comenta contento. Fue un día muy especial en el que pudo demostrar su amor a las plantas, como lo fue también el día en el que un grupo de niños de un colegio visitó su empresa, ejerció de monitor y les explicó todas sus tareas. Experiencias inolvidables que ponen de manifiesto que Ramón es un ser muy vivo.