Por María Tejerina Puente
Teresa comenzó a trabajar en junio de 2005. Lleva ya casi cuatro años en el departamento de administración de Apia XXI S.A., una consultoría de ingeniería. Entre las actividades que tiene que realizar se pueden citar pasar al ordenador los curriculum vitae que llegan a la empresa, enviar faxes, repartir el correo o las nóminas (esto último es lo que más la gusta).
Yo trabajo en la misma empresa que Teresa desde hace más de diez años. Al principio ambas estábamos recelosas del resultado. Yo, por si el trepidante ritmo de trabajo de una ingeniería como Apia XXI, S.A. pudiese sobrepasar a Teresa. Ella, por los nervios y la responsabilidad de cumplir con todos y hacer bien las tareas que le encomendaban.
Durante estos comienzos la Fundación Síndrome de Down de Cantabria, a través de su programa Avance de Empleo con Apoyo, siempre la apoyó y enseñó. Por su parte, sus jefes y compañeros estudiaron las tareas más adecuadas para lograr que Teresa tuviese un trabajo adecuado a sus capacidades. Pasaron los meses y Teresa fue integrándose cada vez más, no sólo en el trabajo, sino en la vida diaria de la empresa: sus compañeros la llamaban para ir de comida, de cena y la invitaban a otras actividades que se desarrollaban fuera del horario laboral. Esto nos sorprendió gratamente a toda la familia, dado que esta integración no se había logrado hasta ahora, ni siquiera durante la etapa escolar. Esta situación le ha permitido madurar como persona y le ha proporcionado una mayor confianza en sí misma. En definitiva, ha hecho de Teresa alguien más responsable.
Cuando Teresa entró en Apia la gente la conocía como la hermana de María. Hoy en día la empresa ha crecido y cuenta con más de 300 personas. Para gran parte de ellas yo soy la hermana de Teresa. Actualmente ella se encuentra plenamente integrada en su trabajo y en la empresa, tal y como se aprecia en la siguiente anécdota. Con motivo de la última cena de Navidad la empresa decidió premiar a los cuatro trabajadores del año. La votación se realizaba entre todos los compañeros y se valoraba el esfuerzo, las ganas que se ponía trabajando y la contribución a lograr un buen ambiente. Teresa salió elegida una de los cuatro trabajadores del año, y quiero contar aquí la gran ovación que la dedicaron los cerca de 300 asistentes a la cena cuando se levantó a recoger su premio.
Ese momento ha sido el fruto de toda una vida de trabajo y esfuerzo en la que ha ido superando todas las dificultades que le han surgido (dos operaciones de corazón para corregir una cardiopatía congénita, temporadas de reposo a causa de su insuficiencia cardíaca, pérdida muy prematura de su madre, colocación de un marcapasos). Por todo esto mi experiencia laboral con ella no puede ser más positiva y no puedo evitar sonreír y alegrarme el día cuando, por casualidad, me la cruzo por un pasillo.
Quiero terminar agradeciendo a todos los que han colaborado en lograr que la integración, en este caso de Teresa, haya sido posible:
A la Fundación Síndrome de Down de Cantabria y a sus profesionales, por la ayuda incondicional que nos han prestado en todo momento. A la Dirección de Apia XXI, S.A., por haber dado a Teresa esta oportunidad. A todos los compañeros de Teresa, que le facilitan su labor todos los días. A todos ellos, gracias.