Un trabajador insaciable

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Alberto Cos, empleado de Decathlon

Alberto Cos es vendedor deportivo en Decathlon. Entre las 9 y la 1 de la tarde se sumerge en el ‘Universo ciclismo’ de la empresa y trabaja para que todos los productos se encuentren correctamente colocados y ofrezcan una imagen atractiva a los clientes. Lo hace tan bien que con el tiempo ha ido aumentando sus responsabilidades. Pero para él no es suficiente. A Alberto le gusta tanto su empleo que quiere trabajar más horas. Por eso, nunca es buen momento para volver a casa y el momento de la salida se alarga, ya sea trabajando un ratito más o charlando con sus compañeros…

Alberto Cos es vendedor deportivo en Decathlon

Alberto Cos es vendedor deportivo en Decathlon

Es tímido y, aunque ya sabía que iba a ser entrevistado, se encuentra un poco nervioso. Contesta a las preguntas con seriedad. A todas menos a una: ¿Qué tal con tus compañeros? Entonces le sale una sonrisa de oreja a oreja y exclama: “¡Genial! Con el chico de seguridad me lo paso bomba”. Tanto, que a veces llega tarde al autobús porque se quedan hablando.

El cambio personal que ha experimentado Alberto desde que trabaja en Decathlon es realmente significativo. “Al principio le costó hablar. Era organizado y metódico. Ahora es mucho más ordenado, sociable, ayuda más y empieza a tener relación con el cliente”, detalla Pilar Mora. Por su parte, Marcos Garrido destaca que en julio del año pasado, cuando Alberto empezó sus prácticas en la empresa, era “introvertido, algo tímido, se relacionaba poco con la gente. Al cabo de 2 ó 3 meses se han ido despertando todas sus aptitudes. Personalmente estoy muy contento. Es un buen trabajador”. Y eso no es poco decir cuando quien habla es su jefe directo.

La rutina laboral de este joven de 24 años comienza con la limpieza del probador de la zona dedicada a la especialidad de ciclismo, que es a la que le han destinado. Allí recoge la ropa y las perchas. Más tarde coloca siete cestas en cada pasillo de la tienda, dobla las camisetas de ciclismo y las dispone por tallas y colores. A continuación se dirige a las bicicletas para poner todos los sillines a la misma altura, asegurarse de que las ruedas delanteras miran hacia el mismo lado, hinchar alguna si está baja de aire… Además, comprueba si los chimos que hay en las perchas (en ellos aparecen por colores las tallas de las prendas) corresponden con la ropa que cuelga de ellas… Estas y otras tantas tareas forman parte del día a día de Alberto, que tiene dos como favoritas. La segunda de ellas es colocar las etiquetas de los cascos por debajo de ellos para que no se vean cuando están expuestos en las baldas. La primera la tiene más que clara. Todas las semanas espera ilusionado al camión que llega con nueva mercancía para recoger los cartones donde les entregan los productos y llevarlos al almacén. Allí pulsa un botón para que una máquina les aplaste. Le encanta verlo…

Gracias a su empleo y a la relación con sus compañeros Alberto se ha convertido en una persona más dinámica. Pero su llegada a Decathlon también tiene contrapartida: “Ha sido un descubrimiento trabajar con una persona con síndrome de Down”, -señala Garrido- “porque no sabíamos si lo íbam0s a hacer bien o no. En lo profesional, notamos que hace cada vez más trabajo en menos tiempo. Se nota cuando no está”.

 

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