Dulce Sánchez García
Dulce miente sobre su edad. Es algo anecdótico que nadie le tiene en cuenta porque este tipo de mentirijillas no hacen daño a nadie. Y ella, lejos de hacer daño a sus amigos, familiares y educadores, lo que hace es tener siempre buenas palabras para todos.
Es simpática, tranquila, trabajadora, y tiene conductas repetitivas propias de su Trastorno Obsesivo Compulsivo. “Son sus rutinas, todos en la Fundación han aprendido a respetarla y a aceptarla como es”, comenta Sandra, una de las profesoras. Todos los días Dulce pasa en el baño más de media hora. Se mira al espejo, se atusa el pelo, se pone y quita sus pulseras… Otra anécdota en la vida de esta joven santanderina que “hace que sea ella”.
Tiene sus métodos y los pone en práctica a diario. “Si tiene que elegir una pintura, siempre elige la negra; le gusta mucho ese color. Se sienta siempre en la misma silla durante las clases. Por las mañanas está muy activa, sin embargo, pasan las horas y no participa tanto en las actividades de la Fundación”.
Tiene tres hermanas: Alejandra, “la de los peques”; Marta, “la yé yé”, con la que vive en Santander; y Belén. Habla con cariño de sus sobrinos, Pablo y Fernando, y cuentan las buenas lenguas que tiene un amor platónico. Oye su nombre y esboza una sonrisa.
Los chicos y chicas de la Fundación son una piña y lo demuestran cada vez que tienen que hablar unos de otros. “Es una amiga especial”, “se enfada pero es buena compañera” o “es muy cariñosa aunque tiene carácter” son algunas de las cosas que los amigos de Dulce dicen de ella. Todos la aprecian y ella devuelve ese cariño con creces. Lengua, lectura, matemáticas, cultura o manualidades son algunas de las materias que aprende y practica en el centro, así como estimulación cognitiva, pintura o ejercicio físico. Paz es ahora su profesora favorita, porque Dulce va cambiando de “ojito derecho” cada cierto tiempo. También los profesores y educadores valoran los esfuerzos que hace, su actitud y sus comportamientos, y la quieren.
Todos los sábados Dulce va sola al kiosko a comprar el periódico y las revistas. Quizá ojea las páginas buscando las fotos de esas famosas que, como le ocurre a ella, nunca envejecen. Tendremos que preguntarle el secreto de la eterna juventud.