Por Montse Saro
Cuando desde la Fundación me pidieron que escribiese mi experiencia con mi hermano, no dudé en aceptarlo, porque quizás mi relación con él haya sido especial. En el momento de nacer mi hermano yo tenía tan sólo 14 años. Se produjeron entonces muchos sentimientos, dudas, incertidumbres…, pero algo tuve claro desde el principio y eso que no era muy mayor: que había que tirar hacia delante y ayudarle en todo lo que pudiera. Recuerdo como si fuese hoy las sesiones en el Serem, las horas invertidas en casa, todo era poco para conseguir avanzar en cosas que a mí me habían resultado fáciles, desde andar hasta hablar o escribir. Sigue leyendo