Nuestras virtudes y defectos nos acompañan a lo largo de toda la vida. Sabemos cuáles son nuestros puntos fuertes pero en muchas ocasiones, nos cuesta admitir que somos imperfectos y que, por lo tanto, siempre hay aspectos en los que podemos mejorar. En el caso de María Díaz, ella es capaz de admitir que su impaciencia a veces le juega malas pasadas. Con un carácter muy cariñoso, una actitud siempre responsable y un espíritu divertido y optimista, esta joven de 27 años le planta cara a la vida con humor y siempre con música. Eso sí, nunca canta en la ducha.
“No me enfado nunca”, asegura con voz firme y gesto serio. Alex, uno de los educadores del Centro Ocupacional de Santander, enseguida levanta las cejas, mira con complicidad a María, sonríe y ambos se echan a reír. “Es muy cariñosa, es buena compañera, es responsable y tiene una personalidad fuerte, tiene carácter. También es impaciente y eso le lleva a ser impulsiva. Trabajamos con ella mucho la parte emocional y vamos consiguiendo resultados poco a poco. Va despacito, pero estamos consiguiendo mejoras”, nos explica.