Uno de los temas que más recurrentemente se consultan y se comentan es esa conducta que parece tan arraigada y frecuente en las personas con síndrome de Down, a cualquier edad: la adquisición y persistencia de hábitos, estilos rutinarios, costumbres, formas rituales de actuar y de comportarse. Pero no es eso solo ―porque ¿quién no tiene “manías”?—; quizá lo que más llama la atención es la falta de flexibilidad, la rigidez con que mantienen determinadas conductas incluso en situaciones que les resultan perjudiciales. Es lo que nos hace llamarles “tercos, testarudos”, una cualidad que con frecuencia la vemos atribuida como específica del síndrome de Down. El tema es amplio y con repercusión múltiple en su vertiente práctica. Por eso no hemos dudado en abordarlo en toda su extensión, de la mano de dos grandes expertos, los Dres. McGuire y Chicoine. Su artículo es altamente esclarecedor.