Nuestro primer artículo, que describe un estudio realizado en el marco de la Facultad de Psicología del Universidad del País Vasco, suscita un indeclinable interés porque se introduce en el debate permanente sobre el valor o el contravalor de la televisión en la formación de los adolescentes. Y si la controversia está servida en la población general, calculen ustedes lo que ocurre cuando se trata del adolescente con síndrome de Down. Pero la realidad de la televisión como instrumento habitual de nuestra cultura es innegable.El valor del artículo estriba, en primer lugar, en que define el problema en toda su crudeza y marca el inicio del camino para afrontarlo; en segundo lugar, en que incorpora el papel de los padres en el estudio; y en tercer lugar, en que ofrece abundante material para una reflexión que va más allá de la que las mismas autoras del trabajo apuntan. Es de esperar que, tras este primer impulso, aparezcan nuevos estudios que nos ayuden a marcar normas razonables en el uso de la televisión, para obtener el máximo fruto de un instrumento cotidiano y ya inseparable.