Tener una vida sana en su más amplio sentido exige mucho en muchos terrenos. Solemos asociar la salud al terreno de la medicina estrictamente, considerándola como la falta de una enfermedad o dolencia. Pero la buena salud es bastante más que no padecer enfermedad. La satisfacción física y mental abarca numerosos aspectos de la vida diaria que debemos cuidar atentamente. Más aún, podemos tener alguna dolencia y sentirnos, sin embargo, con buena salud. Éste es el mensaje que nos envía la Dra. Bénédicte De Freminville refiriéndose a las personas con síndrome de Down, cuando aborda lo que llama “higiene de vida” en todos sus detalles. Son cosas que ya sabemos, orientaciones que nos recuerdan los instrumentos que hemos de emplear en el cuidado y educación de nuestros hijos y alumnos, pero que, lógicamente, nos exigen más. No se trata de agobiarnos, pero sí de que no levantemos la guardia. Aunque el niño o joven vaya al colegio, aunque reciba formación complementaria en una asociación o fundación, hay mil aspectos de la vida que sólo se aprenden y ejercitan, se exigen y cuidan, en el ambiente familiar.
Trabajo
El largo camino de la integración (diciembre 2005)
A poco que uno contacte con otros grupos de padres y profesionales, en España y en otros países, advierte fácilmente el intenso afán común por conseguir que los jóvenes con síndrome de Down lleguen a completar el largo camino de la integración en forma de un trabajo estable dentro de un ambiente laboral ordinario. Es como si hubiese ya un objetivo claro hacia el cual dirigirse, que nos marca las tareas de intervención y formación que han de planificarse a lo largo de la niñez y de la adolescencia: el desarrollo de aptitudes y de habilidades individuales y sociales. De acuerdo con ello, ofrecemos dos experiencias que abordan la integración laboral desde perspectivas distintas, como ejemplo de la flexibilidad que debemos tener en nuestros planteamientos y ofertas. El primero muestra una pequeña parte del fruto del trabajo largo y laborioso realizado por quienes fueron pioneros en el empleo con apoyo para personas con síndrome de Down: el Proyecto Aura de Barcelona. El segundo ofrece un programa que acaba de ponerse en marcha en Madrid, en un esfuerzo conjunto de la Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación Prodis (asociada al Colegio María Corredentora). Gracias a él, jóvenes con discapacidad intelectual de distinto origen que han terminado su etapa escolar realizan un Curso de dos años de formación para la inserción laboral en un ambiente universitario.