Presentamos un resumen de un artículo sobre el papel de la educación familiar
Por Ángel Rueda, vocal de la Fundación Síndrome de Down
Normalmente ningún padre alaba al niño cuando se porta de una forma adecuada ¿Por qué? Pues porque cuando el niño no da la lata consideramos que está portándose como debe y dedicamos esos momentos a enfrascarnos en nuestras cosas sin querer perder un minuto en decirles cuánto nos gusta su buen comportamiento y sin reforzarlo con una palabra amable o simplemente con una caricia.
Reprimimos nuestra alegría por su buen comportamiento y explotamos sonoramente cuando sus acciones nos desagradan.
Nunca nos preguntamos ni comprobamos si sus buenas acciones les suponen un esfuerzo. Nunca nos fijamos en los pasos que han tenido que dar para conseguir un progreso en un campo determinado. No sabemos si les entusiasma portarse bien, si cuando hacen las cosas correctamente lo hacen para agradar. No les felicitamos, ni nos felicitamos por una acción bien hecha, por una actitud mejorada…
Creo que nuestro deber de Padres- Educadores consiste en ayudar a que broten de nuestros hijos las semillas que sembramos con las acciones de cada día; yo sé que en todo momento vamos esparciendo acciones que, como esporas, van prendiendo en ellos, pero debemos poner más atención tan pronto las vemos brotar. Cuidémoslas entonces, porque es el momento justo en el que, debidamente atendidas, prendan para siempre. Si sustituyéramos nuestra forma de proceder por otra, más dada al premio y a la alabanza de las cosas bien hechas no tendríamos que recurrir constantemente a la palabra corregir. Quiero sustituirla por educar que el Diccionario define como perfeccionar las capacidades y aptitudes. Los niños con síndrome de Down son capaces de aprender ¿Seremos nosotros capaces de enseñarles?
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Resumen del artículo publicado en marzo de 1987, en el Vol. 4 (p. 6) de la Revista Síndrome de Down.