Su carrera como fisioterapeuta se ha dirigido a mejorar la psicomotricidad de personas discapacitadas y con síndrome de Down. Desde que se asentó en Cantabria hace 35 años, Frances Stafford ha trabajado en diversas organizaciones, entre ellas la Fundación Síndrome de Down de Cantabria. Su eficiente labor y su actitud han sembrado resultados y alegría en muchas familias, que han querido recompensarla. Su jubilación se hizo oficial el pasado 23 de mayo con la celebración de una fiesta de despedida.
“Me llevaron engañada. Mi marido me contó una historia y empezó a darme la murga con cómo iba a vestirme, con si estaba bien pintada… y me llevó al hotel Rhin por un camino raro. A 50 metros de la puerta me encontré con la tía de uno de mis pacientes históricos. Le pregunté: ¿Qué haces por aquí? Y ella, como es sudamericana, me contestó: Nada, dando un paseíto…”. En realidad todos estaban guardando a Frances Stafford, una inglesa residente en la región desde hace 35 años, una sorpresa. Y se la llevó, muy grande. En una sala le aguardaban para homenajearla familiares de muchas de las personas que ha tratado, pacientes, amigos, compañeros y su círculo más cercano. “Fue increíble, una gran alegría”, recuerda. Entre todos los que allí se congregaron estaban miembros de la Fundación Síndrome de Down de Cantabria, entidad en la que Fran (así le llaman los que la conocen) trabaja desde que se creó, en 1982.
Acude al centro una vez a la semana, los martes. Como fisioterapeuta se encarga de ofrecer a los bebés una estimulación precoz. Les coloca en posturas que favorezcan el que miren sus manos, levanten la cabeza… en definitiva, promueve el desarrollo motor del niño. Además, enseña a los padres a “no tener miedo a mover a su hijo, que es como cualquier otro bebé”, y les presta materiales para que continúen lo aprendido en clase. Cuando son algo más mayores se afana por que miren los juguetes, a las personas o que tengan interés por los sonidos. En el momento que empiezan a andar, entre los 16 meses y los 3 años, Fran se aplica para que los niños puedan acudir a las aulas de dos años y, en el peor de los casos, “al haber amplitud, puedan moverse costeando los muebles”. Además, promueve la agrupación de padres para que se reúnan en el parque, etc… porque esto ayuda a la socialización de los niños. Cuando los alumnos pasan la etapa de preescolar, habitualmente reciben en el colegio la atención fisioterapéutica que requieren. “Lo que necesita un niño no sólo es la terapia, sino acceder a todas las actividades de una clase igual que sus compañeros”.
Quizá sea esa una de las ideas que distinga a Fran y provoque que le llueva el cariño de las personas que ha tratado. Les lleva de excursión, incluso a pasar noches fuera, y se implica más allá de lo que el trabajo técnico requiere. Lo entenderán mejor si acceden a la página web www.homenajeafran.blogspot.com Los mensajes “me hicieron llorar. La noche de la fiesta la pasé en vela”.