Un espíritu impaciente entre libros y música

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María Díaz GarcíaNuestras virtudes y defectos nos acompañan a lo largo de toda la vida. Sabemos cuáles son nuestros puntos fuertes pero en muchas ocasiones, nos cuesta admitir que somos imperfectos y que, por lo tanto, siempre hay aspectos en los que podemos mejorar. En el caso de María Díaz, ella es capaz de admitir que su impaciencia a veces le juega malas pasadas. Con un carácter muy cariñoso, una actitud siempre responsable y un espíritu divertido y optimista, esta joven de 27 años le planta cara a la vida con humor y siempre con música. Eso sí, nunca canta en la ducha.

“No me enfado nunca”, asegura con voz firme y gesto serio. Alex, uno de los educadores del Centro Ocupacional de Santander, enseguida levanta las cejas, mira con complicidad a María, sonríe y ambos se echan a reír. “Es muy cariñosa, es buena compañera, es responsable y tiene una personalidad fuerte, tiene carácter. También es impaciente y eso le lleva a ser impulsiva. Trabajamos con ella mucho la parte emocional y vamos consiguiendo resultados poco a poco. Va despacito, pero estamos consiguiendo mejoras”, nos explica.

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Aspirante a político con mucho arte

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Tiene una admirable templanza y una gran lucidez, dos cualidades que no todos los jóvenes de su edad tienen y que tampoco son comunes entre la gran mayoría de nuestros políticos. Y es que Miguel Torre, a sus 21 años, sigue teniendo el mismo sueño que le confesaba a su padre cuando era pequeño: convertirse en un líder político. Reconoce que es imposible que se convierta en presidente del Gobierno pero los asuntos públicos le interesan y, especialmente, le interesa el bien común. “Que los políticos dejen de discutir, España va a ir mal. Esto es un desorden.” Este joven amable y generoso lo ve claro, como clara y ordenada es su mente, la cual piensa mucho en música, amigos, familia y trabajo.

Miguel Torres

A los 16 años dejó el instituto y tomó la decisión de asistir únicamente al Centro Ocupacional de la Fundación Síndrome de Down de Santander. “A veces me arrepiento de haberlo dejado, pero en la Fundación estoy a gusto, estoy muy contento, los profesores son muy majos y tengo muy buenos amigos”, comenta sonriente. Habla de Antonio, Gonzalo, Alberto, Pablo, Manuel, Marta y de su novia, Beatriz. Y no se olvida de Alicia y Lucía, sus amigas del instituto, y de Iván González, Eliot e Iván Casuso, sus colegas del colegio.

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Un espíritu artístico

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Desde que era pequeña, Beatriz Álvarez de Grado ha luchado siempre por conseguir metas. No quiere quedarse atrás, se marca objetivos y necesita ver que son alcanzables. Como dice Rosina, su madre, “quiere ser cabeza de ratón y no cola de león”. Aunque dice que va a intentar conseguir lo que sea, su familia le hace ver que algunos de sus deseos, como querer sacarse el carné o tener hijos, tienen límites. Esta joven de 24 años tiene muchas cosas claras y una de ellas es que le gusta trabajar. Hace varias semanas comenzó sus prácticas laborales en una céntrica sucursal del banco BBVA en Santander y sentirse útil le hace feliz.

Beatriz Álvarez

No es la primera vez que Beatriz desempeña un trabajo. Antes de ejercer de “banquera”, ha tenido experiencia en una guardería y también en el Colegio Cisneros de la capital cántabra. Su madre es maestra y siempre quiso ser como ella. “Siempre me han gustado los niños, pero me gustan más las prácticas en el banco. Estoy súper bien, me siento muy a gusto y contenta. Me siento útil y segura, me ilusiona ese trabajo. Estoy feliz cuando trabajo. Me gusta trabajar”, asegura.

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Un gran profesional

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Ramón Martínez

Todos tenemos fechas grabadas a fuego en nuestra memoria y el 9 de abril de 2015 ocupa un lugar destacado en el calendario de días inolvidables de Ramón Martínez. Ese día firmó su contrato indefinido en la empresa Viarplant Cubas como peón de jardinería y desde entonces su vida ha cambiado. A este joven de 29 años le “mola montón”  ser trabajador. Rodeado de plantas y respirando el mismo oxígeno que respiran ellas, pasa sus jornadas regando  los invernaderos, transplantando, quitando las malas hierbas del huerto, cortando esquejes o quitando bambúes.  Si le preguntas cuál de sus tareas la gusta más, lo tiene claro: preparar macetas con la máquina de turba. No es de extrañar que se sienta bien si dedica gran parte de su tiempo a mimar a seres vivos que le dan la vida.

Ramón Martínez

Ramón Martínez

Se emociona mucho cuando recuerda el momento en el que su padre, Ramón, le dio la noticia de que había un trabajo para él. “Me lo dijo en el coche y me quedé boquiabierto. Me sentí feliz y contento por dentro”, recuerda emocionado. El 5 de noviembre de 2014 comenzó con nervios, con alegría e ilusión las prácticas en Viarplant. Su preparadora María Pintó asegura que su integración fue muy bien desde el principio pues tenía muchas ganas de aprender y de ser un buen trabajador. Lo consiguió muy rápido, tanto que apenas 6 meses después pasaba a formar parte de la plantilla. El día que firmó su contrato estuvo acompañado de su jefe Carlos y de su padre y su rostro era el vivo retrato de la felicidad. Sigue leyendo

Por bulerías de color

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La vida consiste en acumular experiencias y si tenemos una actitud positiva ante las cosas que nos pasan, la alegría será una buena compañera de viaje. Alegre y risueña vive Beatriz Calderón, a quien le gusta de igual manera plantar tomates y pimientos, hacer de pinche de cocina o escuchar a Rocío Jurado. ‘La más grande’ bajaba del cielo estrellas en el hueco de sus manos cuando cantaba su famoso ‘Como una ola’ y esta joven de 30 años guarda entre sus manos el cariño de su familia y de la gente de la Fundación, la riqueza de tener buenos amigos y todos sus sueños y deseos.

Beatriz Calderón

Beatriz Calderón

No esconde su debilidad por Germán Pérez, uno de los terapeutas del Centro Ocupacional de Santander, el responsable de acompañarles todas las semanas al huerto que la Fundación tiene en la Finca Altamira. Beatriz se convierte en hortelana por unas horas y planta allí tomates, lechugas, pimientos y otras hortalizas y frutas junto con otros compañeros. Es una de las actividades que más le gustan, pero también disfruta mucho en el Taller de Pintura que imparte Paco Santibáñez o ‘enredando’ en la cocina. “Le gusta cocinar y sería un buen pinche, aunque también le gusta confeccionarse el mejor menú del catering al elegir lo que más le apetece comer”, comentan con cariño y con una sonrisa sus profesoras Paz Elorza y Ada Afane. Al otro lado de la balanza están las Matemáticas, lo de los números no se le da tan bien. Sigue leyendo