Hay acontecimientos que surgen a lo largo de la trayectoria de grupos sociales que constituyen cambios cualitativos y radicales en sus vidas. La adquisición de la lectura y escritura por parte de las personas con síndrome de Down ha sido uno de ellos: les ha cambiado su existencia porque ha contribuido de manera excepcional a facilitar su integración en la sociedad y en su cultura. Pero conforme los métodos de enseñanza se han ido difundiendo a través de distintas variantes de los métodos originales, ha surgido la preocupación de los expertos que han comprobado la aparición de una disociación entre la mecánica lectora y la comprensión de lo leído. El primer artículo de este número es una seria llamada de atención sobre el problema. Muestra resumidamente los resultados de un reciente estudio que aborda la cuestión en profundidad. Y al mismo tiempo, refresca ideas y recomendaciones de carácter didáctico, ya expuestas hace años, que evitarán que el sistema pedagógico se desvirtúe. No se trata de correr en la lectura sino de asegurarse que no hay avance lector si no va acompañado de la comprensión. En otras palabras, no hay lectura sin no se comprende lo leído. Es responsabilidad del educador trabajar con textos –palabras, frases, párrafos, según la edad lectora– en los que prime su comprensión.