Conversamos con Abraham en su trabajo como utillero del Teka
Abraham San Martín encontró su primer empleo como utillero del Teka Cantabria de Balonmano. Como recuerda él, fue en junio de 1999 y ahí sigue, ocho años después, trabajando con uno de los equipos más laureados del territorio nacional. Se declara fan de sus compañeros, a los que anima en los momentos bajos y la integración en el equipo es tal, que su foto aparece con el resto de la plantilla en la página web.
Abraham San Martín (1977) es uno de los alumnos de la Fundación Síndrome de Down de Cantabria que abrió la senda de la normalización al resto de sus compañeros. Fue de los primeros en lograr un empleo en una empresa ordinaria, en este caso el Teka Cantabria de Balonmano, y ocho años después mantiene su puesto de trabajo; un caso real de integración laboral.Su camino hasta el mercado laboral no difiere mucho del resto de los trabajadores. Estudió en el colegio Cervantes, ya desaparecido, en Santander y de ahí pasó a la Fundación, siendo también de sus primeros usuarios. Tras un curso de Garantía Social denominado “Auxiliar de alojamiento, lencería y lavandería”, realizó un período de prácticas en la lavandería Lavatu. Y de ahí, al poco tiempo, de utillero al Teka.
Allí, en el Palacio de Deportes, Abraham nos cuenta que su trabajo consiste en colocar todos los aparejos necesarios para que los jugadores puedan entrenar: desde las botellas de agua hasta el alcohol para limpiar los balones o las camisetas rojas que se utilizan en los entrenamientos. Siempre atento a cualquier petición, Abraham se desplaza al pabellón deportivo de lunes a jueves, de 19 a 21.30 horas. Los sábados, cuando el equipo juega en Santander, no se pierde un partido, acompañado de su padre y sus hermanas.
En los casos en que el equipo sale fuera de casa, no suele acompañarlos, salvo algunas excepciones como su viaje a Irún, donde el Teka se enfrentaba al Bidasoa. Reconoce que de su trabajo le gusta todo y si hay que buscar algún pero no duda en señalar a aquellos del público que insultan a los árbitros y “dicen palabrotas”.
También, estos años de experiencia le han permitido evitar pequeños accidentes como el que sufrió al principio, cuando un balón le golpeó en la cara y le rompió las gafas. Este suceso no deja de ser una anécdota en un empleo que le ha reportado grandes satisfacciones, aparte de ayudarle enormemente en su autonomía personal e integración social.
La buenas palabras que Abraham tiene con sus compañeros de equipo son recíprocas. Rodrigo Quiñones, capitán del Teka Cantabria, lleva trabajando con el utillero desde 1999. Recuerda que en aquella época, la integración fue lenta, hasta que el joven fue cogiendo el hábito y conociendo el trabajo. Hoy, sin embargo, afirma que la conexión es total: “Nosotros le vemos como uno más dentro de la dinámica del equipo”. Incluso cuando hay cenas de los jugadores, Abraham va con ellos, disfrutando de sus conversaciones.
Pero no son sólo palabras. La página web del club incluyó hace dos años a Abraham dentro de su plantilla, lo que ha permitido que José Eduardo, el hermano de Abraham que vive en Alemania, pueda verle.
Sostiene que le gustar trabajar “y aprender cosas nuevas”. De hecho, afirma rotundo: “No me gusta estar en casa con las manos cruzadas todo el día” y disfruta cuando sale de casa a las seis de la tarde, rumbo a los entrenamientos.
Pero no todo es trabajar. Abraham disfruta de los fines de semana como cualquier joven de su edad. Amante de la música (se confiesa fan de Mocedades y Pimpinela), los domingos se acerca con sus amistades a la discoteca de Ampros, y muchos días sale con Víctor a tomar una cocacola. El cine, sobre todo las películas románticas, también le apasiona y cita Mientras dormías, como una de sus favoritas.