Salomé Pérez, auxiliar de Conserjería de la Universidad de Cantabria
Hace nueve años entró a trabajar en el Pabellón de Gobierno de la Universidad de Cantabria como auxiliar de Conserjería. Es la primera alumna de la Fundación Síndrome de Down de Cantabria que accedió a un empleo en la UC y la que más años lleva desempeñando su trabajo dentro de esta organización.
Salomé Pérez inició su andadura laboral “un poco mal, algo nerviosa, por eso hacía trastadas” y se escondía. Tan sólo un año después tenía contrato indefinido. En la actualidad disfruta de su trabajo, de su intensa vida social y siempre, como ella señala, intenta mejorar en todo lo que puede.
Llega de las vacaciones con fuerzas renovadas. Los paseos por la playa, las visitas al circo, la asistencia a la Batalla de Flores de su pueblo, Laredo, o la celebración de su cumpleaños han precedido al nuevo curso escolar, que para ella ha comenzado el 2 de septiembre. Desde entonces trabaja de 10 a 2 en un empleo que realiza con entusiasmo y muy buen humor. Su primera tarea consiste en acudir al Registro, llevarse las cartas, clasificarlas en Conserjería y distribuirlas entre los despachos que correspondan. Además, se encarga de la atención al público -guiarles hacia su destino, resolver las dudas-, atender al teléfono para recoger recados, cambiar las sacas o ensobrar.
Pero, sin duda, lo que más le gusta son “los trabajitos extra, como poner etiquetas a los sobres”. Lo que menos, el trayecto de su casa hasta Santander, porque se le hace muy largo. De sí misma destaca una cualidad: “soy muy diplomática. Observar, ver y callar cuando se debe”. Y existe otro rasgo que es vox populi. Salomé es muy sociable. Tanto que tiene distribuidos sus descansos semanales para poder tomarse el café con personas distintas. El lunes lo hace sola, “porque la gente está ocupada”, pero el martes empieza a llenarse de citas su agenda. La primera, con Pilar, la chica de contabilidad. El miércoles es Merche, la jefa de prensa, quien acude con ella a la cafetería del Edificio Interfaculta tivo. El jueves y el viernes queda con Manoli y Conchi (en la foto), con las que habla de lo que ha hecho durante el fin de semana, los problemillas del trabajo o sus aficiones.
Sus compañeras del departamento de Recur – sos Humanos conocen muy bien los gustos de Salomé. Uno de ellos son los poemas de Pablo Neruda, Rafael Alberti, Mario Benedetti o Antonio Gala. Otro son los libros de psicología y autoayuda. Bernabé Tierno y Luis Rojas son sus autores de cabecera. “Me gusta mucho ayudar a la gente a nivel emocional”, señala, “pero bailar es lo que me encanta. Me relaja mucho, me alivia. Lo veo como una terapia”. Sabe moverse a ritmo de vals, bachata, merengue, salsa o pasodoble. Le queda pendiente el tango, su preferido. “Quiero aprenderlo. Aunque sea difícil, es mejor probarlo”. De ahí que disfrute tanto con el programa ‘Mira quién baila’ y que su devoción por el baile le haya hecho ganar, junto a su pareja, Abraham, el concurso de baile que en junio organizó la Fundación. Los martes y miércoles Salomé acude a la Fundación para, por las tardes, realizar “un trabajo cognitivo y de memoria”. Por ahora, lo que más entusiasmada le tiene es su participación en la asociación Uno + que el grupo de trabajadores tiene planteado formar, y en la que ella ocupará el cargo de tesorera.