Ocio y coordinación

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La Escuela Municipal de Balonmano

Es la actividad con la que concluyen una semana de intenso trabajo, pero nada lo demuestra. Llegan sonrientes al pabellón del Complejo Municipal de la Albericia donde dan clase, con energía y ganas de hacer deporte. Para ellos, la hora y media que pasan los viernes por la tarde con su profesor, Pedro Bárcena, es tiempo de ocio. Para su entrenador se trata de un momento “grato” que lleva consigo unos propósitos muy definidos: potenciar la coordinación, movilidad y resistencia de los chicos. La evolución de sus alumnos dan buena cuenta de los resultados conseguidos.

Escuela Municipal de BalonmanoEl momento más esperado por los jóvenes con síndrome de Down durante sus clases de balonmano llega en el minuto 45, cuando su profesor da por concluido el período de calentamiento y se forman los equipos para jugar un partido que, por regla general, no suele tener ni vencedores ni vencidos. “Empatan mucho”, resume divertido su entrenador, Pedro Bárcena.

Detrás hay una explicación: “No compiten porque no quiero resultados. Para el que gana es muy agradable pero para el resto no tanto, por eso aquí fuerzo que los equipos estén muy igualados”.

A sus alumnos no parece importales. Disfrutan de cada tanto que aparece en su marcador y, excepto en casos puntuales, se apoyan entre ellos para actuar como una unidad. “Hay algunos que si les dejas juegan solos, y por eso hay que enseñarles a compartir el juego”. Son los menos, por eso el trabajo global se centra en reforzar la coordinación tronco-brazos, tronco-piernas y la movilidad. “Hay jóvenes que no saben botar y al terminar la temporada lo consiguen. Otros tienen una movilidad muy buena”, remarca Bárcena.

El cántabro, entrenador en la categoría nacional, trabaja con los chicos desde hace ocho años, cuando habló con el director de la Escuela Municipal de Atletismo, Ramón Torralbo, que también les da clase, para interesarse por esta nueva experiencia. “Era una meta que me gustaba”. Con el tiempo sus alumnos se han convertido “en la carga de pilas semanal, me reconforta mucho el trabajo con ellos y me siento querido”.

Bárcena, que también ha sido jugador y entrenador del Teka, explica que la única diferencia respecto a alumnos sin síndrome de Down es que con ellos tiene que ir “introduciendo normas y reglas más despacio. Las limitaciones de la cancha les cuesta. A veces se meten dentro del área o salen fuera del campo, y este año ya lo he limitado”.

El partido de este viernes está interesante. Almudena marca un gol y corre mientras saluda y manda besos a un público inexistente. Ángel nos dedica su tanto. María apunta otro… Empate a 11 en el marcador. “Es un buen momento para terminar”. Suena el silbato. Fin del partido.

 

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