María G. Odriozola, Preparadora laboral
–¿Cuántos jóvenes y empresas participan en el programa de integración laboral? ¿Se prevén nuevas incorporaciones en las próximas semanas?
Participan 17 jóvenes y 12 empresas: Hipercor, el Corte Inglés, Apia XXI, Decathlón, Quiter, Hotel Vejo, el Centro Cívico Callealtero, Clínica Mompía, Carrefour, Gobierno de Cantabria, Ayuntamiento de Santander y El Diario Montañés. Dos de ellos, los que trabajan en El Diario Montañés y Decathlón, están en formación con posibilidad de firmar contrato.
–¿Todas las personas con síndrome de Down pueden trabajar en una empresa ordinaria? ¿Qué capacidades deben tener para conseguirlo?
No todos pero sí muchos de ellos. Ante todo buscamos la adecuación entre el puesto de trabajo y las aptitudes de la persona con síndrome de Down ya que unos están más cualificados para un tipo de trabajo y otros lo están para otro. Pero no todos tienen los requisitos necesarios para trabajar en la empresa ordinaria. Unos porque no tienen las capacidades necesarias para desarrollar una tarea laboral y otros porque están en la etapa de Formación Prelaboral aprendiendo las competencias que necesita un trabajador. Estas capacidades pueden englobarse en cognitivas, funcionales y sociales/actitudinales. Las primeras hacen referencia a las capacidades básicas como la comprensión, atención, lectoescritura, etc. Las segundas al “saber hacer” (motricidad fina, resistencia a las tareas, manejo de herramientas), y las terceras, las actitudinales, se refieren a las habilidades sociales y, por tanto, las que requieren un trabajos continuado para llegar a su generalización.
–¿Cómo pueden contribuir las familias a la preparación laboral de sus hijos?
Lo más importante es que valoren su trabajo, que se sientan orgullosos de que su hijo tenga un trabajo o de que se esté preparando para conseguirlo. También es fundamental que apoyen las indicaciones de la preparadora laboral para que todos trabajemos en una misma dirección. Respecto a los que están recibiendo formación prelaboral conviene que las familias les animen y les encaminen hacia trabajos que puedan desarrollar en vez de fomentar otros menos realistas.
–¿Cómo influye la integración laboral en sus vidas? ¿Qué peso tiene esta experiencia en comparación con otros hitos de su desarrollo?
Es un cambio muy importante. Acceden a un nuevo rol, el de trabajadores, lo que les permite desarrollar tareas nuevas en un entorno con personas diferentes que les aportan otros intereses y puntos de vista. Adquieren mayor autonomía, amplían sus temas de conversación y tienen dinero propio, lo que les permite participar en actividades nuevas como viajes, cenas, compras, etc. En comparación con otras etapas de la vida de las personas con síndrome de Down, la del acceso al empleo supone también su entrada plena en la vida adulta.
–¿Las empresas que no conocen el programa suelen tener algún prejuicio? En ese caso, ¿qué les transmitís para cambiar su percepción?
En general no, ya que son las propias empresas las que demandan la contratación de personas con síndrome de Down. Lo que sí suele haber es desconocimiento acerca de las tareas que pueden realizar o cómo tienen que dirigirse a ellos, pero esto último es algo que va cambiando en el trato diario con la persona con síndrome de Down. En cualquier caso siempre transmitimos que cada trabajador con síndrome de Down cuenta con un preparador laboral que está con él de forma permanente durante todo el proceso de integración laboral, así como posteriormente de forma más puntual. Es esta persona la que se encarga de enseñar al trabajador con síndrome de Down, de actuar ante cualquier imprevisto o cambio de tarea que surja. Además el preparador laboral orienta, en el caso de ser necesario, a todos aquellos trabajadores que se van a relacionar con la persona con síndrome de Down, resolviendo sus dudas y facilitando la interacción con el nuevo trabajador.
–¿Cómo están valorando las empresas implicadas su participación en el programa?
La valoración es muy satisfactoria. De hecho la mayoría de los trabajadores llevan varios años trabajando en su empresa. Por otra parte, las personas con síndrome de Down son valoradas muy positivamente en su entorno de trabajo por su constancia, su ilusión y su saber hacer.
–¿Hasta qué punto los trabajadores necesitan el seguimiento del preparador? ¿Pueden llegar a un punto en el que éste apenas sea necesario?
La figura del preparador laboral es muy importante para la inserción laboral de las personas con síndrome de Down. Los seguimientos tienen sentido porque aunque el trabajador con síndrome de Down sea autónomo en sus tareas, es importante que haya una supervisión para asegurarse de que todo se desarrolla correctamente, para solucionar o evitar problemas o para entrenar al trabajador cuando hay un cambio de tareas. Esta supervisión, por tanto, es necesaria y dura toda la vida laboral de la persona con síndrome de Down, si bien lo que varía es la intensidad del apoyo en función de cada trabajador. De hecho, en algunos casos la adaptación y ejecución de las tareas es tan buena que, efectivamente, apenas es necesario y se reduce a una visita semanal durante 1 ó 2 horas.
–¿Son todas las integraciones positivas? ¿Ante qué síntomas constatáis que es necesario un cambio de puesto o empresa?
En toda integración laboral la persona con síndrome de Down es sólo una parte y por eso hay que contar con los compañeros, personas de referencia y el entorno en general. Por eso, al tener que contar con varios factores no siempre se dan las circunstancias necesarias. Así por ejemplo, en una empresa en la que no haya un buen apoyo natural (persona de referencia que ayuda al trabajador con síndrome de Down ante los imprevistos) no sería posible plantear la integración. Además, por encima de todo está el bienestar emocional de la persona con síndrome de Down. Por eso, ante cualquier situación que pudiera ser motivo de estrés o malestar para el trabajador se tomaría la medida de cambiarle de puesto o incluso de empresa si fuera necesario.
–¿Qué has aprendido de las personas con síndrome de Down?
He aprendido que no se puede agrupar a todos como si fueran iguales porque no lo son. Cada uno tiene su personalidad, su carácter, sus aficiones. Ni siquiera son iguales a la hora de aprender. He aprendido también que son muy intuitivos y que perciben muy bien cuándo se les da cariño y confianza de verdad y cómo ellos te la devuelven. También que no se cansan de aprender cosas nuevas y que a pesar del gran esfuerzo que les supone nunca se rinden ni pierden la ilusión. Son un ejemplo de constancia.
–¿Y de tu experiencia laboral en la Fundación?
Mi experiencia laboral es muy enriquecedora ya que participo en dos proyectos muy interesantes. Por un lado me encargo de la formación del grupo prelaboral en el que enseño a estos jóvenes a prepararse para conseguir un trabajo en una empresa ordinaria como sus compañeros trabajadores. Por otro lado, formo parte del equipo de Empleo con Apoyo y, por tanto, de la formación de los trabajadores en activo tanto en la Fundación con las clases de Formación y Orientación Laboral como en la empresa dando el apoyo necesario. Son dos grupos distintos pero complementarios y al estar en ambos tengo una visión más global. También me han aportado mucho mis compañeras con su experiencia y su predisposición para ayudarme en todo momento.