Agradecimiento de una madre

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Hace justamente 11 años, un mes de Febrero mi vida cambió, como la de casi todos. Primero la negación, ¡es imposible, a nosotros no! Seguido de las preguntas: ¿Por qué?, ¿es culpa mía?, ¿de su padre? Llega el miedo y, junto a él, la ignorancia te hace buscar información desesperadamente. Por fin, por lo menos en mi caso, en la soledad de la habitación sosteniendo a mi hijo en brazos, dejé de lado toda la información que mi familia con mucho cariño me había traído para saber cómo actuar con mi hijo. Por favor, información, toda la información, la tenía delante; pero no quería perderme la infancia de Alejandro leyendo cómo cuidarlo. Decidí disfrutar de él todo lo posible y, sobre todo, ser felices.

Fin de semana en Bilbao

Junto con los consejos, la ayuda y la experiencia de la Fundación. El pilar indiscutible de que mi vida junto a la de mi hijo sea así, normal. La Fundación, ese lugar donde antes de que preguntes te responden, sabiendo ya los resultados. Donde son capaces de mantenerte con la cabeza y los pies en su sitio. La casa donde siempre he llamado y me han respondido. A todos vosotros, gracias.

Siguiendo esta regla y año tras año, puedo decir que Alejandro simplemente es genial, sensible, generoso, un hijo fantástico y un hermano… Bueno, según su hermano mayor un poco pesado y caprichoso, pero esa es la misión de los hermanos pequeños. Por ese motivo, a ti, mi hijo mayor, por esos años casi invisible, aunque siempre presente sin pedir nada y dándonos tiempo a adaptarnos a nuestra nueva vida, por ser paciente no sólo con tu hermano, porque siempre has sido bueno dando, y muy malo pidiendo, por esas horas de juego con tu hermano aunque no te apeteciera. Decirte que eres, y estoy segura de que siempre serás, una fantástica persona.

Fin de semana en BilbaoA ti gracias, papá; esa palabra tan corta que en ti es esfuerzo, cariño, paciencia y, sobre todo, amor incondicional. Un recuerdo tengo grabado en mi cabeza y en mi corazón que resume cómo eres, como padre y marido. El día que nació Alejandro el médico entró, tú estabas sentado a los pies de la cama, nos miró con cara de pena y nos dijo que posiblemente tuviera síndrome de Down. Mi reacción fue buscarte con la mirada, sí, por qué no decirlo, buscando tu reacción. Entonces me encontré con unos ojos vidriosos buscando los míos, llenos de… Estamos juntos, es nuestro hijo. Encontré un “no te preocupes, aprenderemos juntos”. Te acercaste a la cuna, le cogiste en brazos y me dijiste: “Es perfecto”. Amor incondicional, ese es papá y mi compañero. Por eso gracias.

A mi familia, columna vertebral de mi vida, mis compañeros, mi saco de lágrimas, psicólogos en muchos momentos y, sobre todo, hermanos. No encuentro calificativo para describir lo que sois para mí y sobre todo para Alejandro. Nunca podré agradecer suficientemente vuestro esfuerzo, cariño, apoyo y dedicación; cómo explicar lo que dice mi corazón me resulta difícil. Alguien me dijo que Alejandro tenía suerte de nacer en esta familia, yo creo que la afortunada soy yo. Gracias a cada uno de vosotros. A ti, mamá, junto con papá nos enseñaste que los hijos son el bien más preciado, por mantenernos siempre unidos. Sé que el amor de una madre es incondicional, pero el tuyo va más allá. Nuestras son tu esfuerzo y sacrificio. A ti no te voy a dar las gracias, sé que no te gusta, a ti te doy un “te quiero”. Una persona a la que aprecio mucho me dijo que escribiera con el corazón. No sé si he puesto la razón pero, desde luego, sí el corazón.

Mi mundo no gira entorno a Alejandro, pero sí con él. Cada día haces que mi esfuerzo tenga recompensa.

Gracias, cariño.

Sonia


De su hermano, para Alejandro

Cuando nació Alejandro no me dijeron que tenía síndrome de Down. Lo primero que pensé fue: un hermano con el que jugar a la play, al fútbol o a lo que sea. Tenía yo 8 años cuando me dijeron lo que tenia. Como no lo entendí, seguí pensando lo mismo. Sin embargo con los años me di cuenta de muchas cosas. Yo no jugaría con mi hermano a la play, le enseñaría. Yo no jugaría con mi hermano al fútbol, disfrutaría del fútbol. Para él, pasarse un nivel de cualquier videojuego no es un nivel más, es una sonrisa, una bonita cara que, a su vez, hace que te sientas orgulloso de él. Marcar un gol para él significa un triunfo que, aunque puede no significar mucho, en el fondo sabes que va a disfrutar él más ese gol que cualquiera con cien goles. Tener un hermano con síndrome de Down no significa una vida llena de videojuegos compartidos, sino una vida llena de triunfos compartidos.

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