La oportunidad de visitar las instituciones europeas surgió a través de dos eurodiputados cántabros que tenían en mente la idea de invitar a alguna asociación u organización social para que conocieran el Parlamento Europeo. “Nos concedieron una subvención para afrontar esta actividad y formamos un grupo de 30 personas, 15 jóvenes con sus respectivos padres”, relata Alfredo Irigoyen, padre de Lucía y uno de los coordinadores del viaje. La expedición por tierras belgas, que fue todo un éxito, transcurrió entre los días 22 y 25 de mayo.
El día 24, antes de la visita, todo el grupo se desplazó desde la Grand Platz de la capital belga hasta el Parlamento Europeo. A su llegada, les recibió personal de la institución y después de una comida preparada para la ocasión, el servicio de información encargado de las visitas les acompañó por las diferentes estancias. Primero, en una sala aparte, les explicaron el funcionamiento de esta institución, cuántos países y diputados lo ocupan y cómo son las jornadas de trabajo y las reuniones de los parlamentarios. Algunos de los chicos confiesan que no les importaría trabajar en el Parlamento Europeo aunque reconocen que es una labor muy difícil.
Los jóvenes del Centro Ocupacional tuvieron la oportunidad de asistir a una sesión del Parlamento Europeo en directo y utilizar los cascos para las traducciones simultáneas, lo que aprovecharon sus guías para explicarles cómo funcionaba dicho sistema y cuántas lenguas (23) se hablaban en el hemiciclo. Después de sentirse políticos por un día, llegó el momento de inmortalizar su presencia en las instituciones europeas con una larga sesión de fotos delante de las banderas de los Estados miembros y con algunos eurodiputados. Al día siguiente, después de la visita “oficial”, los chicos y sus familiares aprovecharon para hacer un poco más de turismo por la capital belga y disfrutaron de una visita a uno de los símbolos más conocidos de Bruselas, el Atomium que junto al Parlamento es lo que más gustó tanto a mayores como a jóvenes. Tampoco se olvidan del paseo en barca por los canales de Brujas, el castillo de Gante, el conocido “Niño Meón” o la cena con baile en la Grand Platz. Este ha sido el primer viaje al extranjero organizado por la Fundacion, incluso para algunos era su primer viaje en avión y están deseando repetir. “Es nuestra primera experiencia y ha sido una actividad inolvidable no sólo para los chicos sino para nosotros”, resume Alfredo Irigoyen.