Vocación ecológica

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El huerto ecológico de la Finca Altamira fue concedido por el Ayuntamiento a la Fundación a primeros de abril después de estar en lista de espera. Cuando llegaron, se lo encontraron con un aspecto salvaje, “parecía el Amazonas” comenta Germán Pérez, educador responsable de esta actividad. Pero tras duras jornadas de trabajo por parte de los jóvenes de la Fundación, consiguieron dejarlo listo para empezar a plantar. Si por ellos fuera, acudirían todos los días.

En el huerto ecológico de la Finca Altamira

En el huerto ecológico de la Finca Altamira

En principio mucha gente piensa que ésta es una actividad prelaboral. Sin embargo, los chicos que fueron seleccionados para ir al huerto no eran candidatos firmes para un futuro empleo con apoyo. “Yo personalmente creo que aparte del aspecto laboral y vocacional, hay muchos elementos a nivel cognitivo como la secuencia acción y atención que se trabajan en el huerto”, señala Germán. A nivel físico realizan un trabajo de fuerza, resistencia y manual muy importante. A nivel social, al ir en grupo interactúan entre ellos y se ayudan mucho. El ir al huerto implica actividades como lavarse las manos o cambiarse de calzado, o ir en autobús. Todas estas actividades son accesorias pero, a la vez, muy importantes. Además, los chicos van rotando para que se beneficien los unos de la experiencia de los otros.

Cuando surgió la oportunidad de realizar trabajos en el huerto ecológico, se eligió a nueve usuarios de entre 16 y 42 años, pero a fuerza de insistir y debido al interés mostrado por la mayoría de los jóvenes del Centro Ocupacional “hemos tenido que ampliar el número de participantes”, afirma Germán. Así, tres días a la semana, grupos de tres y cuatro chicos y chicas pasan casi dos horas regando, plantando y sembrando las diferentes plantas, verduras y hortalizas que van dando forma a su huerto particular. Zanahorias, lechugas, guindillas, tomates, alubias, flores aromáticas, como las capuchinas o un pepino, como reivindicación del producto español.

Solo llevan dos meses, pero están tan entusiasmados que algunos como Alberto y Manu le pidieron al alcalde que les regale otro cuando apareció un día por sorpresa. “Me ha llamado la atención cómo reaccionan cuando las verduras o las hortalizas empiezan a crecer”, apunta Germán. Muchos de los chicos nunca habían visto crecer verduras, hortalizas o plantas. Con el buen tiempo están creciendo muy rápido y lo ven como algo mágico. En el Centro Ocupacional tienen intención de aprovechar los productos en el taller de cocina. “Intentamos que se les abra la mente y el gusto a nuevos sabores aunque al principio son algo reticentes”, comenta Germán.

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