–Las diferencias entre los alumnos con síndrome de Down y los que no tienen esta discapacidad son más patentes a partir de la ESO. ¿Cómo se trabaja para reducir estas disparidades?
Es muy difícil, por no decir imposible, reducir las diferencias entre ambos grupos. A medida que avanza la edad cronológica, las diferencias se hacen cada vez más grandes. Lo que sí podemos hacer es prepararles lo mejor posible, tanto en el plano académico como en el personal, para que puedan integrarse al máximo en la sociedad dentro de sus posibilidades.
–En esta época de preadolescencia, los jóvenes comienzan a moverse por entornos alejados de los de sus padres. ¿Cómo deben actuar los progenitores? ¿deben permitir este espacio o ser más estrictos?
Aconsejamos a los padres que enfoquen la educación de sus hijos de tal modo que en el futuro pueden ser lo más autónomos posibles. Así, cuando lleguen a la adolescencia, la mayoría habrá alcanzado un nivel de autonomía y de responsabilidad bastante satisfactorio y les permitirá ponerlo en práctica en el día a día. Aunque a los padres les cuesta y supone cierta preocupación al principio, les pedimos que les dejen experimentar esta responsabilidad. Primero con cierta supervisión y en un ámbito familiar para ellos, para luego ir dejándoles cada vez más libertad, por supuesto siempre de acuerdo con sus capacidades y su edad.
–¿Qué tareas deben fomentar los padres para favorecer la independencia de los jóvenes?
Desde pequeños tiene que haber en casa, en el colegio, y en otros ámbitos que frecuenten con regularidad, la voluntad y la existencia real de tareas y responsabilidades para ellos, adecuadas a su edad y su nivel de desarrollo. Va desde colgarse el abrigo y recoger sus juguetes, hasta ayudar en las tareas de la casa , bajar la basura o pasear el perro.
–La formación académica entra en este periodo en una nueva etapa. ¿Cómo se articula el trabajo en estas edades? ¿Difiere mucho del aprendizaje de la Educación Primaria?
Las diferencias se hacen significativas a partir del último ciclo de la Educación Primaria, como muy tarde. Los objetivos y contenidos son cada vez más abstractos, y esto supone una gran dificultad para la mayoría de los alumnos con Síndrome de Down. Sabemos que a ellos les cuesta pasar del pensamiento lógico-concreto al abstracto; por esto, se propone ir eliminando este tipo de objetivos, y sustituirlos por objetivos con un claro enfoque práctico, con contenidos que le vayan a servir en el día a día.
–¿Existe información para profesionales sobre la educación en edades adolescentes o es un trabajo menos desarrollado que las fases iniciales de formación?
Desde luego, es un asunto pendiente. La propia estructura de la Educación Secundaria no facilita las cosas por su creciente especialización de áreas y materias a medida que van pasando los cursos. Los profesores dominan su materia, pero es imposible que lo sean también a la hora de atender a la diversidad que hay actualmente en las aulas. Desaparece la figura del maestro/a, que conoce al alumno y sus características, mientras el profesor de Secundaria sólo permanece en el aula el tiempo asignado para impartir su materia.
–Su trabajo se basa fundamentalmente en el aprendizaje funcional; que los jóvenes sepan arreglarse con el dinero o utilizar un autobús. ¿Qué estrategias utiliza para que aprendan a desenvolverse por ellos mismos?
Con estas estrategias se empieza mucho antes de que los alumnos empiezan en la Secundaria. Para manejar el dinero es fundamental una buena base de cálculo, aunque sea con cantidades pequeñas: la numeración, las seriaciones, el cálculo mental básico… Hay que empezar con cantidades pequeñas y hacer infinidad de actividades para que adquieran confianza con esta cantidad: identificar, nombrar, hacer equivalencias, simular la compras… Coger un autobús implica una serie de habilidades sociales y de autonomía personal que, como se mencionó antes, habrá que trabajar desde que son pequeños.
–¿Están motivados o, por el contrario, el desarrollo de actividades más dificultosas reduce el grado de motivación?
Por norma general, están muy motivados para hacer y aprender cosas que les vayan a permitir una mayor libertad o más autonomía. A partir de cierta edad, parecen estar ansiosos por “hacerse mayores”.
–Con la llegada de la adolescencia, los jóvenes con síndrome de Down son más conscientes de su discapacidad. ¿Cómo se trabaja, desde un punto de visto psicológico, para evitar traumas o retrocesos en su proceso de adaptación?
La adolescencia es para todos una etapa difícil en la vida, no sólo para las personas con síndrome de Down. Ellas se van dando cuenta de sus diferencias, y sus compañeros de igual edad también. Es necesario darles mucha información y apoyo para que no sufran con un posible rechazo o aislamiento social. Es conveniente ofrecerles un abanico de actividades de ocio, que les permite relacionarse con los demás y cubrir sus inquietudes personales. El deporte es uno de ellos, que además les beneficia físicamente.
–¿Cómo viven los jóvenes este proceso de maduración, dejar la niñez y entrar en la adolescencia?
En algunos casos es más delicado que en otros. Quieren ser como los demás, les llama la atención sobre todo el mayor grado de libertad que van adquiriendo los demás adolescentes. Es importante que tengan una visión realista del futuro y que sean conscientes de sus características personales, con todas las posibilidades y limitaciones que esto conlleva. Es una tarea que recae fundamentalmente en los padres. Tendrán que hablarle a su hijo/a del síndrome de Down, e ir ajustando poco a poco sus expectativas de futuro si ven que no se podrán ver cumplidas. No les hacemos ningún favor permitiéndoles que sigan soñando con profesiones o actividades inalcanzables. Siempre que se les dé información clara y concreta, y se les ofrecen alternativas, ellos no lo van a pasar mal.
–¿Qué actividades se realizan actualmente desde la Fundación Síndrome de Down para favorecer el ocio e integración social de los adolescentes?
Se promueve el deporte, tanto individual como en grupo. Mensualmente, los jóvenes se reúnen en el club de ocio, donde comparten juegos, actividades y meriendas. Los alumnos más jóvenes pueden participar en las convivencias de verano; una vez que abandonan la Educación Secundaria y empiezan el programa de formación profesional inicial, se organiza todos los años un viaje de estudios fuera de Cantabria.